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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Amar sin más

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El propósito de la vida es amar. Lo bien que vivas depende de cómo ames. El corazón es más sabio que la razón. Hónralo. Confía en él. Síguelo. Se trata de uno de los mensajes que acompañan a los talismanes de la historia narrada en "Las cartas secretas del monje que vendió su Ferrari". Qué difícil hablar del amor y llegar a conclusiones, ¿no creen? ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? dice una canción de Calamaro. ¿Qué es el amor? ¿De verdad amar nos hace felices? ¿Ser amados nos hace felices? ¿Cómo amamos? ¿Cuándo sabemos si es amor verdadero? ¿Amar es tan fácil como parece? Son mil preguntas que no me siento capaz de responder. Sólo sé que no sé nada, diría Descartes. Pero hay algo que sí sé o que al menos presiento. Me gusta amar. Me gusta dar amor. Y no hablo únicamente del amor de pareja. Me refiero al amor que sentimos por nuestra familia, por nuestros grandes amigos, por las personas que nos rodean, incluso por aquellas que se cruzaron en nuestro camino e

La felicidad en los pequeños placeres

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Vuelvo al tema de la felicidad. Ésta vez por una frase que leí en "Las cartas secretas del Monje que vendió su Ferrari". Una frase que me recuerda a aquellas personas que viven para comprar y a aquellas que han aprendido a SER antes que a tener. "Cuanto más adicto eres a tener, menos te dedicarás a llegar a ser"  (Robin Sharma). Estamos acostumbrados a comprar. Compramos ropa, muebles, electrodomésticos, libros, móviles, aparatos de música, etc. Algunos contra más pagan más felices se sienten. Otros quieren tener el último modelo de aquello que adoran. Pero, ¿cuánto dura esa felicidad por tener el mejor móvil o miles de objetos que a veces ni utilizamos? ¿Compramos por opulencia? ¿Por capricho? ¿Porque se puede y punto? Hace tiempo descubrí que la verdadera felicidad no tenía nada que ver con la acumulación de objetos. Que los momentos más felices de mi vida habían sido gracias a las personas, a situaciones, a lugares, paisajes, sonrisas, palabras... poco o

Borracha de felicidad

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¡Qué felicidad, amigos míos! Uy! eso me recuerda a una canción de niñez... ¡Qué felicidad, amigo mío! tenerte conmigo y recordar... ¡Sí! Una canción que me encantaba cantar. Más abajo la pondré. El post de hoy es una improvisación y como tal no tiene nada pero nada de sentido periodístico ni demasiada coherencia aunque intentará tener cohesión pero no lo prometo porque no pienso releer lo que escriba hoy. Titulé este post borrachera de felicidad porque me siento muy pero que muy feliz . Sé que algunas amigas dirán "pero si hace cuatro días estabas llorando porque...". Sí, sí, ya sé que puede parecer que estoy loca pero son las hormonas y punto. Bueno, tal vez esté un poco loca. Ya saben los que me conocen bien que me encantan los locos y si dejo de estar un poco loca no sería yo misma. En fin, que me voy por las ramas (o me subo a la parra según mi jefa) y no cuento lo que quiero contar, o mejor dicho, transmitir. Quería hablarles de esos días en que una se despierta y